La legitimidad de los procesos de reversión de legados intelectuales ha sido motivo de reflexión sistemática desde Kant y se ha convertido en una parte establecida de la historia de la ciencia como una forma de navegar la continuidad, la ruptura y la reconceptualización. Las humanidades digitales dependen de dicho autoconocimiento, trazando una línea directa con respecto a las disciplinas humanísticas tradicionales al tiempo que se busca trascender la mera imitación: los humanistas digitales tienden a construirse como campeones revolucionarios que se enfrentan a la antigua guardia. Sin embargo, el oponerse a una autoridad requiere una clara identificación de dicha autoridad y el trabajo general de deconstrucción en las ciencias sociales y las humanidades (SSH, por sus siglas en inglés) en las últimas décadas ha complicado cada vez más el definir una sola posición de autoridad que pueda identificarse como representativa de una disciplina entera. Trascender los cánones disciplinarios con la ayuda de métodos digitales se ha convertido de un grito rebelde de batalla en un punto estándar favorable para solicitudes de becas. ¿Hasta qué punto las humanidades digitales todavía conllevan un potencial revolucionario y cuáles son las implicaciones de la retórica revolucionaria en las preguntas de investigación que hacemos y en las comunidades que representamos?
El área de las humanidades digitales—sea o no revolucionaria—está evolucionando ante el trasfondo del capitalismo global en su modo electrónico, el así llamado “eEmpire”, que es sostenido por “a loose assemblage of relations characterized by… flexibility, functionality, mobility, programmability, and automation” (Raley 2004). ¿No sería ingenuo pensar que nuestra área de estudio es inmune a las tensiones económicas e ideológicas que caracterizan al capitalismo de la información? ¿Y no sería aún más ingenuo pensar que podemos construir y emplear herramientas digitales que funcionen en algún tipo de espacio abstracto de conexión libre de políticas e ideologías?
Este tipo de preguntas abrazan el trabajo auto definitorio que ha caracterizado a la disciplina desde sus comienzos. Más allá de esta reflexión, invitamos a la comunidad de humanidades digitales a investigar la pluralidad de las “revoluciones”: ¿Qué revoluciones—si es que las hay—son todavía posibles dentro de las humanidades digitales? ¿Por qué y cómo pueden estas revoluciones hacer avanzar a la comunidad de humanidades digitales? ¿Qué puntos ciegos interfieren con la realización de una revolución completa? ¿Qué formas de acción individual o colaborativa pueden concebirse para materializar el pensamiento revolucionario en las humanidades digitales? ¿La crisis climática llama a una revolución? Y de ser así, ¿de qué tipo?